miércoles, 20 de febrero de 2008

FEBRERO


10 de Febrero 2008
ROBLEDONDO
Pinarejo
Pinar de repoblación de pino silvestre y pino laricio sobre gneis.
9:30h 8ºC



Pese a que luce esplendoroso el sol, el viento sopla con fuerza y viene cortante. Aún no ha relegado a la escarcha nocturna que se aferra entre los piornos a los agujerillos de de los topillos. El azafrán serrano (Crocus carpetanus) aprovecha lo benigno de este invierno para adelantar su floración, salpicando estos páramos aparentemente yermos con el color de sus flores.
Las collalbas grises andan enredados en sus vuelos nupciales y en lo alto de un piorno, el macho entona sus cantos de amor.
Desde el alto, tomamos la primera pista que desciende suavemente a la izquierda, donde nos guiamos de la presencia de un refugio a pie de pista. Nos adentramos en el pinar, pasando la barrera.
Nos adentramos en un pinar de repoblación de poco más de cincuenta años de pino negro o laricio (Pinus nigra) caracteristico por sus fustes de corteza grisácea con destellos azulados, hojas largas de verde oscuro y piñas algo mayores que las del pino albar, ahora maduras. Su bosque es oscuro, cubierto de pinocha y tan denso que poca luz penetra en su interior.
El camino se adentra en el pinar y a doscientos metros aparece un cruce, donde proseguiremos de frente. El bosque, encaramado sobre la ladera, se abre en claros donde aparece algún pino seco. En esta parte se entremezclan los pinos laricios con los pinos albares, que forman un bosque más claro.
El camino desciende suavemente y proseguiremos en la pista principal pese a que sale un pequeño camino, menos marcado a la derecha.
En pleno descenso nos encontramos de nuevo con un refugio poco antes de adentrarnos de nuevo en bosque más cerrado. Tras la curva nos encontraremos una fuente, que ahora mana con fuerza.
Sobresaltados sorprendemos a tres corzas que emprenden su alocada carrera loma arriba, mostrándonos su característico escudo anal de color blanco en forma de corazón invertido, a pocos metros se detienen para observarnos y calibrar el peligro. Entre los fustes de los pinos se pierden ahora dando brincos.
No tardamos en ver ahora dos ciervas y un cervato de un año, que ya ha perdido sus características manchas blancas sobre el lomo y que cruzan el camino hacia el valle.
Acercándonos hacia la valla son dos corzos ahora los que corren en nuestra dirección pero colina arriba. Todo un espectáculo.
Junto a la tapia de un prado que se abre entre la floresta un ratoncillo tiene su guarida. El camino pasa por algunos claros donde se están llevado labores de repoblación y que sirven para triscar a los herbívoros, en un bosque cuyo sotobosque es mínimo, reducido a alguna retama o a manchas de helechos águila ahora secos.
Desde la altura se abre un mirador al prado Retamal, antiguo prado boyal rodeado de antiguos huertos hoy abandonados a tales usos.
El camino toma ahora la dirección del arroyo y corre paralelo a esté entre el estruendo de los mirlos, los carboneros garrapinos, escribanos montesinos y herrerillos que se disputan las ramas desnudas de un pequeño sauce ribereño. En la charca donde el agua se remansa comienzan a proliferar lentejas de agua y Cladophoras glomeratas pese a que el hielo luce en parte de su superficie. En la orilla,****


El camino asciende y el terreno pierde su húmedad, abriendose a más claros de luz, entre los vuelos de herrerillos, pinzones, herrerillos capuchinos,…o una pareja de buitres leonados que evolucionan en lo alto.
Un prado donde triscan algunas yeguas preñadas, hace otro claro en el bosque, a medida que vamos abandonando el pinar y nos adentramos en un trampal del cervuno, donde se canalizan los regajos que toman el agua de la estepa hacia el arroyo. Esta zona arrasada en otros tiempos por el pastoreo esta comenzando a ser repoblada, y proteguidos los plantones con alambrera para resguardarla de los hatos de vacas que sestean por estas majadas y de las piaras de jabalíes que corretean el terreno y lo hozan en buena parte de ello.
Desechando el ultimo camino, bien visible de la derecha, retornamos hacia la izquierda y pronto regresamos al primer cruce que encontramos al adentrarnos en el pinar, el resto, lo realizamos sobre nuestros pasos.
De camino al coche nos cruzamos con la pareja de forestales que nos descubre con sus prismáticos desde el alto, tan solo nos da los buenos días, al pasar junto a nuestro lado.

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