viernes, 29 de junio de 2012

Tengo una piña que tiene...piñones


13 de Mayo 2012


San Martín de Valdeiglesias

Pinar de pino resinero y piñonero sobre encinar
Afloramientos graníticos y tierras de aluvión

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Esta es una ruta que compartimos con nuestros amigos AFANIAS y del Club Majalasma. Partimos de la plaza de toros de San Martín de Valdeiglesias por la calle principal y descendemos por un camino entre las manchas de huerta, viña y menguados olivares hasta ermita del Cristo de la Sangre. De aquí cruzamos la carreta y ascendemos poco a poco entre baldíos de estepa blanca, mejoranas y cantuesos florecidos. Salpican el camino algún almendro o majuelos (Crateagus monogyna) engalanados de fragantes flores blancas o quizás los ruscos (Ruscus aculeatus).A la revuelta del camino, nos adentramos en un nutrido pinar de pino negral (Pinus pinaster) entre los que se entremezclan los pinos piñoneros (Pinus pinea), en el sotobosque aclarado por el pastoreo destacan jara pringosa (Citus ladanifer), cantuesos (Lavandula stoechas), torviscos , estepas blancas (Citus albidus).Un pozo artesanal, servía antaño para irrigar las viñas y labrantíos hoy en baldío. De vez en vez nos sobrevuelan escandalosos los bandos de rabilargos, o las palomas torcaces, también junto alguno de los pinos se escucha la algarabía de las charlas de los paridos típicos del pinar, el carbonero garrapinos, el pinzón, el herrerillo capuchino, el carbonero común… no tenemos suerte y no disfrutamos de la presencia de los grandes emblemas de estos pagos, el águila imperial ibérica, el águila calzada y el buitre leonado.

Salpicados entre el pinar los restos de aquel bosque esclerófilo de antaño, encinas (Quercus ilex subsp. Ballota) y enebros de la miera (Juniperus oxycedrus).

Cuando cruzamos la carretera, reconducimos la ruta en busca de agua in nos adentramos in querer junto a una explotación apícola, que nos obligo a reconducirnos de nuevo a la carretera que baja a Pelayos de la Presa.

Descendiendo, en el Vallejo que deja más humedad, florecen las peoínas y aparecen las primeras sargas (Salix atrocinerea) y los primeros fresnos (Fraxinus angustifolia).

Llegamos al cruce con la M-506 y descendemos hasta el pequeño pueblo de Pelayos de la Presa donde termina la ruta.
Pinar de pino piñonero
 (Pinus pinea)

Antiguo pozo artesano

Macho de lagartija colilarga en celo
(Psammodromus algirus)
Miera o resina del pino negral
(Pinus pinaster)

Flor de la encina
(Quercus ilex subsp.ballota)

Flor majuelo
(Crateagus monogyna)

Lengua de buey
(Anchusa arvensis)




Una mañana de Reyes...

6 de abril 2012
Navalespino- La Lastra










Una nevada tardía para un naturalista en ciernes, es como una mañana de Reyes para un niño, una locura.

El aire se ha echado y ha estado nevando toda la noche dejando una capa de nieve esponjosa y suave de 8 cm. Los árboles mantienen el blanco elemento pegado entre sus ramas a modo de espectaculares estatuas. El cielo plomizo desciende con frecuencia hasta convertirse en niebla. El manto blanco se descubre como un mapa tapizado de senderos, de conductas, de itinerarios…expuestos para ser leídos.

En los prados de robles melojos, encontramos las correrías de un noctámbulo erizo, las diminutas huellecillas de un ratón de campo, o las pisadas de la urraca. El zorro ha dejado sus lineales pisadas y nos descubres fascinados su táctica, astuto como siempre, la nieve le delata, no cruza como cabría esperar por debajo de la cancela que tiene espacio suficiente, prefiere, metros antes, saltar por la tapia, para bordear hasta salir por el mismo sitio.

Mientras ascendemos al piornal, pronto se descubren las huellas del conejo y poco más allá tras una liebre sus huellas. Unos pasos y otros nos hacen acercarnos a un pinarete de pinos negrales donde la nieve dibuja curiosas formas con las acículas caídas. Desde aquí resuena la llamada nupcial de una perdiz.

El aire comienza a levantarse y arranca de las ramas altas unos copos, poco después comienza a nevar de nuevo.

La tarde se ha sucedido más fría que la mañana, alternándose nubes que descargan con violencia un granizo menudo, o copos helados que rápidamente blanquean la carretera. La acción continuada de las quitanieves y la sal, evitan que las carretas colapsen. Nos adentramos por el camino del Navazo, hasta el despoblado de La Lastra, caserío arrumbado durante la contienda civil, que no volvió a levantarse. Apenas si quedan algunos paredones y la portada de la iglesia, como un símbolo que lo identifica como pueblo y no como algunos casillos desperdigados, sucumbidos al abrazo de la maleza.

Tomamos la calleja hasta el prado, donde antaño se sembraron unos fresnos en la cabecera de la fuente para dar sombra y barda al ganado durante el verano. Se recogieron los cascajos en majanos y un curioso chozo abovedado para el cobijo del pastor en las tormentas. De entre unas carrascas menudas, saltó una liebre, que en apenas unos brincos volvimos a perder de vista.

Apenas si asomaba el sol, corrían resueltos los regajos por el camino, o se tornaba una ventisquilla de granizo menudo.

Cruzamos por los prados de Navalsantero, donde encontramos la carroña de un zorro, quizás, lo más probable abatido de un tiro.

Entre los piornos e hiniestas nevados, si se observan el caminar lineal de un zorro, que ha corrido mejor suerte. De frente en los altos de las Navas, la tormenta sacude con fuerza y violencia un buen nevazo, apretamos el paso, que tenemos cerca el pueblo.

 Solo en las cotas altas la nieve cuajó
 Ganado híbrido de origen limusín
Chozo de piedra
Piornal nevado
 Pinar de pino negral ó resinero
 Interior el pinar con enebro común
Piña y acículas de pino negral (Pinus pinaster)
 Robledal de melojo adehesado
Orla arbustiba del melojar



jueves, 28 de junio de 2012

El asesino silencioso







19 de Marzo 2012

Navalespino- El Pimpollar








La altitud modifica la variación de las temperaturas en una proporción de medio grado menos cada cien metros de ascensión, así como la mayor exposición al viento que aumenta la sensación térmica, como ejemplo en las cercanías de Madrid teníamos 14ºC, mientras que en Santa María de la Alameda, teníamos apenas 4ºC.

La mañana amaneció fresca y luminosa. Desde esta atalaya se divisaba con claridad todo el horizonte abierto al suroeste, alcanzando las sierras de Gredos, Santa Catalina,… hasta el silo de Navalcarnero.

La escasez de precipitaciones del otoño y las escasas nevadas del invierno sumado a las fuertes heladas han favorecido que es espectáculo sea desolador pese que aquí, la primavera se retarda hasta los primeros días de mayo.

En los bosquetes desnudos de robles melojos, florecen con profusión las campanillas (Narcisus pseudonarcisus) que tiñen de amarillo la pradera. Entre el ganado vacuno, se alzan bandos de estorninos negros que campean entre los excrementos y las pisadas del ganado.

Descendemos la descarnada ladera por el viejo camino de Lanchas Mojadas ante la atenta mirada de un milano que comienza ha altanear su territorio.

A medida que descendemos entre los peñotes desnudos de gneis, las diminutas carrascas y enebros de la miera (Juniperus oxycedrus) tapizan los escasos huecos. En algún enebro encontramos las primeras flores, minúsculos globillos de color amarillo anaranjado, pegados a las acículas bibandeadas. Una vez fecundadas, tardaran dos años en madurar y precipitarse al suelo con un color entre pardo y rojizo. Aparecen muchos pies totalmente muertos y la mayoría esta atacada por el muérdago enano (Arceuthobium oxycedri), un auténtico, asesino silencioso.

Junto al camino, en los pocos lugares donde el agua se retiene, está helada y la humedad subterránea aparece en forma de pequeños alfileres de hielo que levantan las diminutas arenillas del camino.

Un poco más abajo toman presencia la jara (Citus ladanifer) y los enebros disminuyen pero los que alzan sus cabezas, lo hacen con mayor entidad. Junto al camino el excremento de un zorro, excremento antiguo pero compuesto principalmente por pelo de conejo.

A medida que descendemos al valle, encontramos un terreno algo más profundo con grandes bancos de arcilla donde crece el pino negral o resinero (Pinus pinaster) atacado con frecuencia por la procesionaria, que no tardara en dejar descender su horda de orugas que “procesionaran” hasta los territorios propicios donde depositar sus puestas.

Otro parasito que cada vez tiene más entidad es el muérdago (Viscum album) que a modo de penacho de verde amarillento decora muchas de las ramas.

Tomamos el camino que discurre serpenteando por la vega donde todo parece aletargado por el abrazo nocturno del hielo. Apenas tímidas, las primeras flores de los fresnos y los sauces decoran la maraña tenebrosa de ramas inertes que se abrazan a la plateada lámina de agua.

Bandos de verderones, alguna lavandera blanca en lo alto de la cerca, nos acompañan en el camino. Entre la hojarasca parda y seca de los setos de zarzas un petirrojo se afana volteando hojas.

Cruzamos el Cofio por el pequeño puente de Molino Nuevo o del tío Madejas y bajamos curso a bajo por entre los viejos molinos arrumbados. Desde el puente del Pimpollar, ascendemos hasta la salida de la urbanización para retomar el camino de Molino Nuevo por entre un pinar de pino resinero hasta las últimas casas de la urbanización de donde sale a la derecha, un camino que asciende ladera arriba hasta el collado del Alto de la Mesa o la Cancha.

En la cima se abren los viejos hárrenes, hoy en abandono donde aparecen tímidas las primeras margaritas o las primeras flores amarillas del diente de león y campea el busardo ratonero, cuya cola en forma redondeada le distingue del otro residente, el milano, de cola horquillada.

Aquí la subida es corta pero de dura pendiente. Ascendemos hasta las catas de una incumplida mina de ortoclasa, feldespato de color rosa utilizado en lo procesos de fundición de cerámicas, cerca de la fuente “de las peleas” y subimos por el camino, ya de regreso.

Poco después el cielo se tornó plomizo y la temperatura cayó de plano, y pequeños cristales de hielo comenzaron a caer en forma de ventiscada.


Campanillas (Narcisus pseudonarcisus)
 Jara pringosa (Citus ladanifer)
 Nido de Procesionaria del pino
(Thaumetopoea pityocampa)
Afloramiento de gneis




Un Hospital, muy salvaje


5 de Febrero 2012

GREFA, Majadahonda











La mañana aunque fría, deja pasar un sol reluciente entre las ramas de los pinos e invita a pasear pausadamente por las suaves lomas del monte del Pilar. Numerosas sendas atraviesan este parque urbano en donde se enclava GREFA.

Acercarnos a sus instalaciones, en una visita guiada al centro pude ser muy interesante, aunque los meses primaverales sean los ideales, para poder ver la guardería en todo su apogeo. Estas instalaciones de GREFA son un hospital de recuperación de Fauna y el centro de alguno de sus programas de cría, donde además proponen una visión didáctica de algunas de las problemáticas de nuestra fauna.

La importancia de las cañadas, como corredores naturales de fauna, puniendo en relación poblaciones genéticamente distintas, o abriendo caminos a las zonas naturales de migración y búsqueda de alimento.

Nos hablan del aguilucho cenizo, y como sus puestas entre el cereal se ven gravemente amenazadas por las nuevas variedades de trigo, genéticamente modificadas para madurar antes. Llegando así el momento de la recolección, los pollos no han tenido tiempo de madurar y mueren bajo las palas de las cosechadoras.

O nuestros tejados planos y más eficientes ó nuestros aledaños desnaturalizados, ponen en un quiz al cernícalo Primilla, una de nuestras pequeñas rapaces que no hace tanto anidaba en la mayor parte de los tejados de los pueblos castellanos.

O la avutarda, la gran ave voladora de nuestros campos, acosada por urbanizaciones e infraestructuras.

El buitre negro y el buitre leonado amenazados por la desaparición de los muladares y el ataque de poblaciones rurales que desconocen su importancia en el ecosistema.Un paseo agradable, entre los caídos: buitres maltrechos, águilas reales, cigüeña negra, lechuzas, cernícalos, avutardas o junto a la charca de anfibios y reptiles, no menos amenazados por la desaparición y contaminación de zonas húmedas o por la introducción de especies alóctonas, como la tortuga de Florida. Una pequeña área didáctica que tienen en el interior completan el recorrido y con suerte, algunas cosillas se nos habrán quedado en la cabeza y en la conciencia.





 Buittre negro (Aegypius monachus)
 Águila perdicera (Hieraeatus fasciatus)
 Águila perdicera ( Hieraeatus fasciatus)

Cigüeña negra (Ciconia nigra)