sábado, 10 de noviembre de 2012

El aullido vuelve a la sierra

Hace años que su aullido se ha apagado en nuestras montañas y su recuerdo parece reducirse a cuentos de viejas con los que asustar a los niños, las lobadas que recuerdan los pastores, los loberos, las carlancas,... parecen imágenes en sepia del recuerdo rural, ¿o no?

El lobo ibérico Canis Lupus insignis
Este cánido, del tamaño de un pastor alemán, robusto y de cabeza grande y redondeada, orejas triangulares erguidas y cortas, ojos ambarinos y cola grande y poblada acabada en tono negro. Su pelaje es de color canela con manchas pardas y negras, principalmente dos líneas negras en sus patas delanteras que lo identifican del resto de los lobos que pueblan el hemisferio norte. Este carnívoro social, se agrupa en nuestro país en manadas de tres a seis individuos, itinerantes de amplios territorios de más de 100km cuadrados. Posee una vista, oído y olfatos extraordinarios y se mueve en el crepúsculo principalmente en verano. Suelen cazar en grupo principalmente mamíferos de tamaño medio, pero no desdeña ninguno de los recursos que se le ofrecen, como carroñas, basuras o frutos en diversas épocas del año. Su técnica consiste en el acoso y persecución de sus presas a las que pueden perseguir largas distancias hasta agotarlas con su característico trote lobero, para después abalanzarse sobre ellas.

La loba pare, entre abril y mayo, en un cubil de tres a ocho lobeznos que nacen con los ojos cerrados. Se mantendrá con ellos durante dos meses, en los cuales, el macho le llevará comida que regurgitará para que coma la hembra. Pasado este periodo de lactancia comenzarán a comer carne que traigan los miembros de la manada. A partir de los cuatro meses cambian su dentición por la definitiva pasando a llamarse lobatos. Hasta los dos años no alcanzarán la madurez sexual, tras la cual permanecerán en el grupo bajo la jerarquía del macho y la hembra dominante, los únicos reproductores, o entablará combates de sucesión que le encumbrarán o le obligarán ha abandonar la manada.

Numerosa literatura lo ha descrito como una bestia feroz, capaz de atacar a los hombres o esquilmar cabañas enteras, desde tiempos inmemoriales se les ha perseguido y aniquilado. Fue muy frecuente en la sociedad rural, la figura del lobero que recorría las aldeas serranas y las majadas con los lobeznos y con las pieles de las capturas, para recibir a cambio dinero o especies que valoraban su trabajo. Los últimos loberos de Madrid fueron el tío Francachela en Bustarviejo y Marcelino Soriano en Peguerinos, lobero mayor del reino, que anduvieron por estas sierras hasta pasados los años cincuenta.



El lobero era  recibido como un héroe a su llegada a los pueblos
El conflicto entre ganaderos y lobos siempre ha existido. Para un cazador la presencia de grandes rebaños de herbívoros indefensos, es una oportunidad que en el medio natural es impensable. Cuando una jauría de lobos ataca una manada de ciervos, estos huyen en desbandada, y con fortuna, quizás sea posible alcanzar al más débil o peor dotado de los ejemplares. Para cuando la captura se haya realizado, estarán a varios kilómetros de distancia.

Cuando atacan una majada, apenas un par de pequeños perros careas los guardan, y una vez abatida una presa, el resto aguarda pacientemente en el redil, agotándose esperando ser rematada. No es ansia de matar por matar, es la inusual posibilidad de tener comida, cuando lo normal es ayunar durante días o incluso semanas.

Los cepos para lobos fueron un terror para
pastores y demás fauna.
Su desaparición de nuestros campos ha relajado actitudes tradicionales, para no convertir el ganado en alimento fácil, preferible a las presas salvajes. El ganado pace sin guardianes por el campo, al caer la noche no se recoge y protege. Los mastines y las carlancas para defender sus cuellos han desaparecido y las explotaciones intensivas de ganado han proliferado.

Su aparición en las sierras de la comunidad de Madrid, ha traído de nuevo la controversia y el miedo. Se aúna la burocracia de la administración y la picaresca, mientras el lobo permanece en la cuerda floja. Los ganaderos exigen la indemnización de las reses matadas en la comarca del Lozolla y Somosierra, las autoridades no reconocen una población fija en la Comunidad de Madrid y remiten el problema a individuos itinerantes de la vecina Segovia. Mientras el clima se enrarece y el miedo y el rencor atávico reaparecen. Si queremos que este carnívoro ibérico vuelva a nuestras sierras, debemos plantearnos salvar también al ganadero de la sierra, sino serán infructuosas todas las medias.

El llamado perro lobo tiene características diferentes, su cabeza es más alargada,
 su hocico y cabeza son más grandes.


La dieta del lobo esta variando a oportunista, principalmente basura y carroña.

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