lunes, 5 de noviembre de 2012

Homenaje a mis valientes




Pese a que las previsiones más optimistas sólo daban un 95% de lluvia y a eso de las nueve y media la cortina de agua que caía, sólo podía presagiar una inundación bíblica. Dos héroes anónimos acudieron a nuestra llamada. Y como una cosa así, no puede quedarse sin recompensa, tuvimos un recorrido sin una sola gota de agua.


Cada tres a cinco años la cosecha de bellota
es más abundante, hecho que se conococe
como vecería.

La experiencia de caminar sobre la hierba húmeda, recuerda a una mullida alfombra que te invita a dar un paso tras otro, y pese a lo desapacible de las nubes, el tiempo fue benigno con nosotros. Los colores otoñales cubrían las arboledas de los valles y los prados con amarillos, anaranjados, dorados... que remarcados en el gris payne del cielo, tomaban una identidad irreal. Una liebre salió de nuestros pies para animar el camino y disfrutamos con la variedad de formas de las agallas de los robles y los rosales silvestres. Cerca ya de la presa de Peguerinos, un bando de buitres alzó pesado el vuelo ante nuestra presencia, buscando con dificultad la térmica que les catapultase a un destino ignoto.

Un caldo caliente, bajo las copas otoñales de los melojos, es un placer espartano, al alcance de todos, que sólo aprecian y disfrutan unos pocos. El calor de la taza en las manos, aspirar el aroma que trae recuerdos de setas y hierba mojada, mientras recreas el tacto entre los líquenes tiernos que ceden bajo la suave presión de los dedos, son el carburante ideal para reanudar la ruta.
El cielo que se abre ante nuestros ojos en las parameras, a menudo te obsequia con el vuelo majestuoso del milano real, que como un velero, sobrevuela sin esfuerzo nuestras cabezas. Y como si de una de estas rapaces se tratase, no encaramamos al esplendido mirador que conforma nuestra sierra en el paraje de Peña el Águila, para recorrer con la mirada las cumbres de Gredos y Guadarrama.

Acabamos el camino junto a una copa de vino y una buena tertulia con ya, unos nuevos amigos, ¿se os ocurre mejor final?, pues no lo pienses, muy pronto te invitamos también a ti, valiente.

Un caldo caliente bajo los robles melojos es un dosel
multicolor que pocos pintores pueden imitar

Este hongo nos sirve para anticipar el tema de nuestra
 próxima ruta

Los chopos se encienden de bonitos tonos amarillos

Y aqui los valientes,gracias.



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