martes, 26 de febrero de 2013

Bajo cero

Cuando el termómetro marca cuatro grados y medio bajo cero a las diez de la mañana, y tenemos un grupo de amigos sonrientes, no puedes hacer otra cosa que dar las gracias. Pese a que la mañana lucia con un sol esplendido, este se había olvidado de calentar. Por suerte, la caminata nos deparo agradables sorpresas como un rebaño de muflones, un par de buitres negros y la asombrosa silueta del águila imperial. También otras aves acudieron a nuestro encuentro, como el mirlo acuático, los rabilargos, los pinzones o los escribanos montesinos. Un bando de gorriones se hermanaban con otro de estorninos negros, sobre los paredones derruidos de las casillas de La Paradilla. Aunque el almuerzo fue ligero, pues el frío nos recomendaba abreviar, con la subida al collado todos entramos en calor. La fauna se mostro esquiva, pero si pudimos encontrar rastros y huellas de corzos y jabalíes.
Ya bien pasado el mediodía, pese a que la temperatura engañaba al mercurio, el viento comenzó a soplar con cierta intensidad y esparcir pequeños cristales de hielo, haciendo que esos escasos grados de más, bien pareciesen de menos. Con amigos como estos, uno entra en calor, aunque el termómetro se empeñe en lo contrario, y no queda más de decir: Gracias.








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